miércoles, 30 de julio de 2008

El vuelo de la mariposa



Un hombre fue encargado de cuidar un capullo de mariposa. No dejaba de observarlo fascinado, esperando no perderse el momento en que la mariposa saliera del mismo. Un día apareció un pequeño orificio y entonces observó durante largas horas que la mariposa luchaba por poder salir, pero a pesar de que forcejeaba duramente, no lo lograba. Hasta que llegó el momento en que dejó de luchar pues aparentemente su intento había fracasado. El único logro había sido desgarrar un poco el orificio.
El hombre, bondadoso decidió ayudar. Con unas tijeras amplió el orificio y así la mariposa pudo salir finalmente. Sin embargo, al salir del capullo, la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y las alas pequeñas y dobladas. El hombre continuó observándola angustiado por el temor de perderla, esperando en que cualquier instante las alas se desdoblaran y cobraran fuerza para soportar el peso, y emprender su vuelo.
Nada de eso sucedió, la mariposa sólo podía arrastrarse en círculo con su cuerpo hinchado y sus alas dobladas. La mariposa nunca pudo volar.
El hombre a pesar de su noble intención de ayudarla, no se había percatado de que la restricción de la apertura del capullo, y la lucha requerida por la mariposa, era la forma en que la naturaleza forjaba fluidos del cuerpo de la pequeña hacia las alas, para que crecieran grandes y fuertes, y la habilidad para adornar el bosque con sus bellos colores y gracioso vuelo.
Al ahorrarle la lucha, ese hombre privó a la mariposa de la libertad de volar que debería de llegarle a su debido tiempo, después del esfuerzo necesario. La libertad, se gana solamente después de la lucha. El hombre comprendió que su labor era cuidar que nada externo perjudicara el capullo.

1 comentario:

Emma Raja dijo...

Yo me he equivocado tantas veces a lo largo de mi vida, que comprendo a ese pobre hombre